Stephen Taylor, el ingenuo o desgraciado ladrón, llámenlo como quieran, robó unos relojes y no tuvo una idea mejor que hacerse una fotografía con su teléfono móvil sosteniendo dichos relojes para venderlos. Tal fue su desgracia que fue capturado cuando expertos forenses compararon esa foto de su mano con su registro de huellas dactilares. Los policías fueron capaces de mejorar la imagen y compararla con los registros del ladrón de crímenes anteriores. Los relojes, valorados en 4.000£, ya no los volveremos a ver en las manos de Taylor.

1 comentarios:

Ader dijo...

Pues ese si que se quedo atras!!!!la cabeza la a dejado en su casa!!!jajajjaja,no creo que quiera sacarse alguna foto de ningun tipo!!!jajajja..

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